Daniel Aquillué Domínguez Docente del Grado en Historia, Geografía e Historia del Arte
Mié, 21/02/2024 - 10:09

Los desastres de la guerra de Francisco Goya

Grabado de Francisco de Goya titulado "No saben el camino", serie "Los desastres de la guerra". Esta imagen bien podría representar los miles de prisioneros que, tras la capitulación de Zaragoza, fueron enviados a Francia. Fuente: Museo del Prado.

Serie: 'Haciendo Historia' (CVI)

Zaragoza no se rinde. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abrirase vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.

Estas son las famosas líneas que escribió el gran literato Benito Pérez Galdós en su Episodio Nacional titulado Zaragoza.

La ciudad de Zaragoza, sin murallas modernas, sin apenas soldados profesionales, sin mando militar, se había levantado en armas contra Napoleón Bonaparte el 24 de mayo de 1808. El emperador de Francia era el árbitro del continente europeo. Mandó sus ejércitos contra la capital aragonesa y, contra todo pronóstico, la población zaragozana resistió un primer sitio o asedio en el verano de 1808. Aquello fue una afrenta para Bonaparte. En invierno envió contra Zaragoza dos cuerpos de ejército, más de cien cañones y a sus mejores mariscales y generales. La ciudad debía someterse o ser reducida a cenizas. En España se combatía entonces en lo que después llamaríamos la Guerra de la Independencia (1808-1814).

Segundo Sitio de Zaragoza

Así, el 20 de diciembre de 1808 comenzó el Segundo Sitio de Zaragoza, el cual se prolongó hasta el 21 de febrero de 1809. La principal singularidad fue el inaudito y terrorífico combate casa por casa, luchas en las habitaciones y en el subsuelo, una guerra urbana como no se había visto, con implicación de la población civil, gran destrucción material y un desastre humano. Era la guerra total. En febrero de 1809, Zaragoza agonizaba. A altas horas del 20 de febrero de 1809 se firmó en la Casablanca la capitulación de la ciudad. El texto firmado por el mariscal Jean Lannes y la Junta de Zaragoza expresaba lo siguiente:

“Capítulo 1º. La guarnición de Zaragoza saldrá mañana 21 al medio día de la ciudad con sus armas por la puerta del Portillo y las dejará a 100 pasos de dicha puerta.

Id. 2º. Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas harán el juramento de fidelidad a Su Majestad Católica el Rey José Napoleón I.

Id. 3º. Todos los oficiales y soldados que habrán prestado el juramento de fidelidad quedarán en libertad de entrar en el servicio de Su Majestad Católica.

Id. 4º. Los que de ellos no quisieren entrar en el servicio serán llevados prisioneros a Francia.

Id. 5º. Todos los habitantes de Zaragoza y los extranjeros, si los hubiere, serán desarmados por los alcaldes y las armas puestas en la puerta del Portillo el 21 al medio día.

Id. 6º. Las personas y las propiedades serán respetadas por las tropas del Emperador y rey.

Id. 7º. La religión y sus ministros serán respetados, y serán puestas centinelas en las puertas de los principales templos.

Id. 8º. Las tropas francesas ocuparán mañana al medio día todas las puertas de la ciudad, el Castillo y el Coso.

Id. 9º. Toda la artillería y municiones de toda especie serán puestas en poder de las tropas del Emperador y rey mañana al mediodía.

Id. 10º. Todas las cajas militares y civiles (es decir las tesorerías y cajas de regimiento) serán puestas a disposición de Su Majestad Católica.

Id. 11º. Todas las administraciones civiles y toda especie de empleados harán juramento de fidelidad a Su Majestad Católica, y la justicia se distribuirá del mismo modo, y se hará a nombre de Su Majestad Católica el Rey José Napoleón I”.

Capitulación de Zaragoza

Así, el día 21 de febrero de 1809 salieron por la puerta del Portillo cerca de 12.000 espantosamente demacrados defensores, entregando sus armas y quedando prisioneros en un triste espectáculo, en palabras del oficial francés Lejeune. Unos morirían por la enfermedad, otros pasarían años trabajando en un depósito de prisioneros de Nancy, otros escaparían y continuarían la guerra. El capitán general José de Palafox fue llevado preso al castillo de Vincennes. El ejército napoleónico tomó posesión de Zaragoza.

La ciudad había caído tras un sitio de dos meses, de los que 29 habían sido empleados en conquistar el recinto defensivo y 23 en avanzar por dentro de la ciudad, calle a calle, casa a casa. Las fuerzas de Napoleón habían usado para ello 9.500 kilos de pólvora en minas y otros 69.325 kilos de pólvora usada en fusiles y piezas artilleras, 32.700 proyectiles de artillería. La ciudad de la que se adueñaron tenía un aspecto lamentable. Lejeune describía cómo “humeaban las cenizas y los escombros revueltos con restos humanos medio secos o carbonizados”. Zaragoza era “un teatro de desolación”, con más de 6.000 cadáveres insepultos. Los civiles supervivientes parecían “lívidos fantasmas”, medio desnudos y demacrados, ofreciendo una visión horripilante. Agustín Alcaide Ibieca sentenció que “la hermosa Zaragoza no era más que un vasto cementerio”.

Las bajas habían sido terribles. Entre los defensores murieron más 52.000 personas, sobre todo víctimas de la epidemia, ya que en combate habían caído en torno a 10.000. En el ejército napoleónico reconocían 4.500 bajas entre muertos y heridos, pero fueron más numerosas, probablemente hasta 10.000. El tifus también les afectó, llenando sus hospitales en Alagón y Tudela. En cualquier caso, las bajas españolas eran totales, la totalidad del Ejército de Reserva y una división del Ejército del Centro habían quedado muertos, heridos o prisioneros. En el caso napoleónico, un 20% de los soldados de dos cuerpos de ejército habían quedado fuera de combate. El mariscal Lannes escribió a Napoleón que “la victoria da pena” y no haría su entrada triunfal como conquistador de Zaragoza hasta el 5 de marzo de 1809, cuando más de 10.000 cadáveres se habían llevado a enterrar junto a la arboleda de Macanaz.

 

Bibliografía:

Aquillué, D. (2021): Guerra y cuchillo. Los Sitios de Zaragoza 1808-1809, La Esfera de los Libros.

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-398X

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