Sara López Riera - Jue, 04/11/2021 - 09:00
Salud y seguridad en el trabajo, principios del PRL.
Serie: 'Cultura Preventiva' (XXXIII)
¿Saben cuál ha sido la manera que he encontrado más fiable de arrancar de mis compañeros un “oh”, un “vaya” o un “anda”? Permítanme que se lo cuente, y permítanme que, como técnicos de prevención actuales o potenciales, les tutee como compañeros de fatigas del día a día o (sin desanimar) del futuro.
Después de tantos meses de pandemia (omito el número exacto para no deprimir), seguramente lo primero que se os venga a la cabeza para contestar a esta pregunta sea algo relacionado con los cientos de artículos que me he metido (y sigo metiendo) entre pecho y espalda sobre ese maravilloso SARS coronado. Recordemos ese último preprint de The Lancet que te permite justificar aflojar una medida o bien todo lo contrario, por ejemplo, para dejar atrás el “desinfecta todo como si no hubiera mañana”. La verdad, eso me ha hecho ganar muchos puntos con el Servicio Médico, pero no va más allá. O quizás, podéis pensar que causa más asombro cuando te ven sacando fotos y hablando con todos, que diríase que eres turista en tu propio lugar de trabajo, para hacer la evaluación de riesgos. La última tocaba con los agentes de seguridad que cumplen con su cometido cada día con los escáneres de entrada, pero no estaban muy asombrados. Acertáis si pensáis que lo que seguro no causa asombro a nadie es que seamos más pedigüeños que un cura, como se dice popularmente, porque ya nos conocen bien pidiendo el análisis del aire, de legionela, los trabajos del amianto, los informes de los coordinadores...en fin, que estamos en todas partes.
Pues no, admito que lo que más sorpresas ha causado se lo debo a una palanca. Sí, habéis leído bien, una palanca, y encima escondida, casi diría que puesta ahí a traición. Como una imagen vale más que mil palabras, ahí va una bonita foto de frente de la misma.
Medidas de seguridad en una silla.
Os presento a la palanca que regula la profundidad de mi silla. Trabajemos en el sector que trabajemos, pocos serán los que no precisen una silla y en general, pocos los que no se pasen sentados muchas horas de su vida. Según la EU-OSHA uno de los riesgos a los que las empresas aluden con más frecuencia (un 61 % de las veces) es permanecer sentado durante un período prolongado. Y con el teletrabajo ese número no va disminuir. Y sin embargo, ¿Cuántas veces nos han dado instrucciones sobre la silla? Te dan la silla ergonómica y, con suerte, descubres que apretando aquí pues esto sube y soltando allí se mueve el respaldo. Lo que no acabamos de comprender es hasta qué punto algo tan sencillo como unas cuantas palancas o botones bien ajustados pueden incidir en nuestra salud o, por el contrario, ser la raíz de enfermedades y baja productividad.
Ayudemos a educar en buscar posiciones neutras, ángulos rectos y apoyos lumbares (aquí un buen resumen a tener a mano). No desperdiciemos la enorme ventaja que algo tan aparentemente sencillo, aporta a nuestras vidas. Y sobre todo (algo con lo que siempre acabo mis visitas ergonómicas) concienciemos en respetar los descansos regulares durante el día, porque ni la más sofisticada silla del mercado nos evitará problemas si nos olvidamos de ellos.
Editor: Universidad Isabel I
Burgos, España
ISSN 2695-284X
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