Gustavo Eduardo Toledo Lara Profesor de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Isabel I
Lun, 28/08/2017 - 14:40

Zapatos rojos rodeados de libretas, lápices y móvil

Para comprender la dinámica del aprendizaje, es importante reconocer todos los procesos asociados que se producen en el ser humano en el momento en que esto ocurre. No se trata de ver el aprendizaje como un resultado final cuantificable, más bien se trata de identificar qué es lo que ocurre mientras el aprendizaje está por producirse o mientras este está ocurriendo.

Así, la comprensión del proceso de aprendizaje supone otorgar una relevancia singular a la experiencia y a la percepción sobre las respuestas ante un determinado estímulo, por lo tanto, podemos asegurar que tanto la experiencia como la percepción engloban todo el comportamiento, obviando desde luego aquellas respuestas aisladas o específicas. 

Respecto al aprendizaje, podemos señalar que en el momento en que una persona se inicia en una experiencia didáctica, esa persona cuenta con una serie de habilidades, expectativas y actitudes que van a acompañar la manera en que percibe esa situación de aprendizaje. Es decir, cada persona tiene una historia de vida y en esa historia de vida en la que van a estar presentes toda una serie de referencias, saberes previos o información que a su vez, van a jugar un papel determinante en el momento de percibir una situación determinada. Con lo cual, definitivamente el aprendizaje va a estar condicionado por las experiencias previas con independencia de que tales experiencias sean positivas o no.

Ahora bien, en este contexto, podemos hacer referencia al denominado “aprendizaje por insight”, o “aprendizaje por comprensión súbita”. Este tipo de aprendizaje forma parte de la teoría gestáltica la cual defiende la tesis de que el aprendizaje ocurre después de varios intentos infructuosos mientras se busca una solución. Es decir, el aprendizaje por insight ocurre como resultado de un proceso de comprensión global de una situación determinada, además de una percepción de sus elementos más relevantes. Esta teoría sobre el aprendizaje no se limita al clásico estímulo – respuesta, sino que considera y reconoce todo el conjunto de saberes previos y experiencias de la persona y como estas referencias logran establecer relaciones para encontrar el sentido o el entendimiento de aquello que se aprende o está por aprender. Desde luego, esto lo podemos identificar mejor con un ejemplo:

Supongamos que estamos resolviendo un problema de matemáticas y estamos intentando encontrar la solución al mismo, para lo cual buscamos apuntes, ejercicios similares ya resueltos, entre otros. En un momento determinado y casi sin darnos cuenta, en nuestra mente se están estableciendo múltiples conexiones con un sinfín de información y ese proceso va decantando lo que realmente necesitamos para encontrar la solución a ese problema. No obstante, en un primer momento, no encontramos la solución y abandonamos la actividad. Después de abandonar la actividad, nuestra mente puede quedar pensando en lo que estábamos haciendo y de manera súbita nos vuelve a la mente la solución a dicho problema. A todo esto, se le llama “aprendizaje por insight o por comprensión súbita” ya que de manera inesperada logramos comprender, identificar y encontrar la solución. Lógicamente, puede ocurrir en el transcurso de la realización de la actividad, o como hemos visto en el ejemplo, al abandonarla.

En este sentido, el docente puede observar las estrategias que el propio alumno va ejecutando conforme se va adentrando en su propio proceso de aprendizaje, sin embargo, resulta fundamental identificar el nivel del desarrollo cognitivo de cada persona y partiendo del mismo determinar los conceptos de referencia que nos permitirán verificar que efectivamente todo está ocurriendo dentro de lo esperado según la curva de aprendizaje determinada.  Es por ello por lo que resulta fundamental conocer a los alumnos y respetar la identidad y la individualidad, esto es, reconocer sus saberes previos, las referencias directas de su entorno, y obviamente la manifestación y acción ante lo que está aprendiendo.

Por lo tanto, el aprendizaje como proceso está muy lejos de ser estático. A nivel cognitivo implica desde luego la activación de muchas conexiones que tienen como lugar principal el hipocampo, el cual es un órgano de dos mitades que se sitúa en el cerebro y de manera sencilla, podemos asegurar que este órgano posibilita la activación de los diferentes recuerdos que están distribuidos por todo el cerebro. Por otra parte, recordemos que el hipocampo se relaciona directamente con la memoria declarativa (es decir aquella memoria cuyos contenidos se pueden expresar de forma verbal).

El hipocampo permite afianzar los aprendizajes que se realizan al posibilitar que algunas informaciones se trasladen a la memoria a largo plazo, además de relacionar estos contenidos con algunos valores ya sean positivos o negativos según los recuerdos que se asocian a experiencias agradables o no agradables. En este sentido, tanto la actividad cerebral como la manifestación de la conducta enmarcada en el proceso de aprendizaje va a significar un aspecto de singular relevancia para el docente ya que, como profesional de la educación, va a considerar todas aquellas estrategias que desde un punto de vista didáctico, van a acompañar y a orientar el proceso que ha de vivir el alumno mientras este va descubriendo y aprendiendo a partir de sus experiencias, referencias y saberes previos.

Entrada publicada el 28/08/2017

Editor: Universidad Isabel I

Burgos, España

ISSN: 2659-5222

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