Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - Mié, 07/05/2025 - 11:28

Montse Amor en su clase de sexto de Primaria.
Ser maestra de Educación Primaria es mucho más que enseñar matemáticas o lengua. Es despertar la curiosidad de los niños, guiarlos y acompañarlos en su crecimiento y, muchas veces, ser su referente más allá del aula. Pero, ¿te has preguntado cómo es realmente un día en la vida de un docente de Primaria?
Si te imaginas una jornada tranquila, sin sorpresas, déjanos decirte que la realidad es muy distinta. Acompáñanos en un recorrido por la rutina de Montse, maestra de Primaria, para descubrir todo lo que ocurre en esas horas llenas de aprendizaje, retos y momentos inolvidables.
Actualmente Montse es tutora de 16 niños y niñas de 6º de Primaria.
9:30 – El colegio cobra vida
Poco a poco van llegando al cole los niños, primero llegan los niños de madrugadores y poco a poco van llegando los niños transportados y lo que vienen de sus casas. El cole va cogiendo vida.
Antes de que los niños entren corriendo por la puerta, Montse ya está preparando el material necesario para sus clases. Revisa la planificación, ajusta actividades y se asegura de que todo esté listo para una jornada en la que cada minuto cuenta. Hay que hacer hincapié en la importancia de la programación, todo está programado y planteado sin olvidar que el margen a la improvisación y a la flexibilización enriquece nuestro día a día. Porque sí, la enseñanza en Primaria es un arte: cada clase tiene que ser entretenida, educativa y, sobre todo, motivadora.
"Si no captas su atención en los primeros minutos, la has perdido", nos dice Montse.
10:00 – ¡Empieza la acción!
Los alumnos llegan con energía a tope (y, muchas veces, con historias que contar, muchas historias y todos quieren hablar). El reto es transformarla en aprendizaje. ¿Cómo? Juegos, actividades interactivas y dinámicas en grupo que hacen que incluso la lección más teórica se vuelva emocionante.
La clave está en la creatividad y en saber conectar con ellos. La relación profesor- alumno/a es clave. "Si logras que disfruten aprendiendo, tienes la mitad del trabajo hecho", asegura Montse.
12:00 – Recreo: más que un simple descanso
Para los niños, es el momento de jugar. Para un maestro, es la oportunidad de observar cómo interactúan, fomentar valores y, a veces, resolver pequeños conflictos. Aquí es donde la paciencia y la empatía se convierten en herramientas fundamentales.
La figura del mediador, los responsables del reciclaje, la división de espacios, el compartir los materiales disponibles, compartir hasta el almuerzo, … todo ello es aprendizaje. Experiencias que en la relación entre iguales les hacen crecer como personas.
"Es increíble cómo en 30 minutos pueden pasar de ser mejores amigos a estar enfadados… y luego volver a ser inseparables", ríe Montse.
12:30 – Clases prácticas y aprendizaje real
Después del recreo, toca volver al aula. Y aquí es donde los maestros ponen a prueba su ingenio para explicar conceptos de forma práctica.
Las matemáticas se convierten en un juego de desafíos, la lengua en una historia colaborativa y las ciencias en un experimento en vivo. "El secreto es hacer que todo tenga sentido para ellos. Si logran relacionarlo con su mundo, lo recordarán siempre", nos cuenta.

Montse Amor en su clase.
14:00 – Fin de clases… pero el día no ha terminado
El timbre suena, los niños se van a casa, pero el trabajo de un maestro sigue. Ahora toca corregir tareas, preparar nuevas actividades y, en muchos casos, asistir a reuniones con otros docentes. La coordinación entre maestros es fundamental para mejorar la calidad educativa y el desarrollo integral de los estudiantes.
Además, la formación continua es clave. Montse nos cuenta que, a pesar de los años de experiencia, sigue aprendiendo cada día. "La educación está en constante cambio, y como maestros, tenemos que estar siempre actualizados".
Ser maestro no es solo dar clase. También implica conocer a cada alumno, entender sus necesidades y ayudarlo a superar dificultades. Por eso, Montse dedica este momento del día a tutorías, charlas individuales o reuniones con las familias.
Recompensas de ser maestro de Primaria
No nos vamos a engañar: ser docente de Educación Primaria no es fácil. Hay momentos agotadores, desafíos en el aula y situaciones inesperadas. Pero también está la otra cara de la moneda: la satisfacción de ver crecer a los niños, de enseñarles valores, de ser parte de su historia.
"Ser maestra es vocacional, de eso no hay duda. Reconozco que, a los 18 años, cuando tuve que decidir qué estudiar, no era tan consciente de la decisión tan importante que tenía entre manos. Ahora, a mis 40 años, con 15 años de experiencia en 4 colegios diferentes, puedo concluir afirmando que es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida ", concluye Montse.
¿Te gustaría vivir esta experiencia?
Si sientes vocación por la enseñanza y quieres ser el guía de las futuras generaciones, el Grado en Educación Primaria de la Universidad Isabel I es el camino perfecto para convertirte en ese maestro que deja huella.
Aquí no solo aprenderás teoría, sino que te prepararás para el aula real, con herramientas innovadoras y una formación que te permitirá marcar la diferencia en la educación de los niños.
Porque, al final del día, ser maestro es más que una profesión: es una pasión.