Andrés Seoane Fuente - Jue, 03/08/2017 - 11:34
Ilustración: Fernando Serra
Serie: 'Del Dicho al Hecho Histórico' (XLVI)
Esta expresión se utiliza habitualmente para reprobar alguna actitud o comportamiento, o con el propósito de reprender a alguien cuando no ha actuado según la situación, su posición o cargo correspondía. En su origen, esta recriminación no se refería a la idea actual que se puede tener del término cartilla, relacionado con la cuenta bancaria y un posible mal uso del dinero, o a los cuadernos educativos con los que los niños trabajan y podrían no haber completado correctamente.
Diversas fuentes vinculan su uso con la fundación de la Guardia Civil por el duque de Ahumada, Francisco Javier Girón, en 1844. Con la creación del cuerpo, elaboró un reglamento militar denominado cartilla para inculcar los valores de la Benemérita a los agentes, que incluía también normas de disciplina –como afeitarse tres veces a la semana o mantener una correcta higiene-, y obligaba a los mandos a que les recordasen su contenido a los guardias periódicamente. De hecho, no repasar estas indicaciones conllevaba una sanción o, llevado al extremo, la expulsión de la Guardia Civil.
No obstante, hay distintos escritos previos a la fundación del cuerpo, como la obra picaresca El donado hablador: Vida y aventuras de Alonso, mozo de muchos amos (Jerónimo de Alcalá Yáñez y Ribera, 1624), en las que ya se menciona esta expresión. Asimismo, el inglés también cuenta con un dicho similar –to read the Riot Act-, relativa a una ley antidisturbios promulgada en 1700 por el Parlamento Británico para leerse a los trabajadores en circunstancias de huelga o reunión, y elaborada para evitar conflictos.
Fuentes de consulta
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